Los símbolos en la construcción nacional española: el himno.
Desde el siglo XVIII existía el Himno de Granaderos, que se usó durante el siglo siguiente en todas las ocasiones importantes, especialmente en presencia de los reyes. Sin embargo nunca tuvo el rango de himno nacional. En ese mismo siglo XIX, liberales y republicanos adoptaron, y acabaron por convertir en oficial durante la IIª República, el Himno de Riego.
Hasta 1908, la Marcha Real no adquirió el rango de himno nacional, aunque contestado por republicanos, que adoptaron de 1931 a 1939 el Himno de Riego, así como por los nacionalismos periféricos, especialmente el catalán y el vasco, que surgen a partir de 1878 y adquieren una gran fuerza después de 1898, que adoptan sus propios himnos nacionales.
Pero lo más curioso de nuestro actual himno, la Marcha Real, es que a principios de 1931, en vísperas de la IIª República, el músico mayor del real cuerpo de guardias alabarderos, Bartolomé Pérez Casas hizo una adaptación de su partitura, lo registró como creación propia en la Sociedad General de Autores, y sus herederos han cobrado derechos de autor cada vez que sonaba hasta finales del siglo XX: himno nacional privado, ¿ es posible mayor contradicción?.
Más grave aún es que dicho himno no incorporó nunca una letra, aunque se hicieron muchas versiones ( especial difusión alcanzó la de José Mª Pemán). A partir de la muerte de Franco, en la transición a la democracia, cuando se plantearon los símbolos en nuestra actual constitución de 1978, se optó por mantener el himno sin letra por la imposibilidad de llegar a otro acuerdo con todos los grupos políticos. Es de destacar la oposición de los nacionalistas catalanes a que el himno incorporase letra alguna. Así, se renunció a "uno de los más eficaces mecanismos de interiorización de la identidad de la patria, como un canto colectivo que hace sentir a quienes participan en él integrados en una entidad transcendente, superior a sus vidas individuales" (Álvarez Junco, Máter Dolorosa).